lunes, 31 de mayo de 2010

¿Por qué Mockus?

Carlos Valencia comenta
Carvalen1@gmail.com
He recibido muchos comentarios por apoyar a Mockus en Facebook. Realmente pensé que a nadie le importaba, pero veo que hay interés y que mi posición genera opiniones. Y veo también muchos grupos formándose. Unos a favor, otros en contra de Mockus, y casi todos con una creciente agresividad en sus comentarios.
Quiero entregar este pequeño análisis exponiendo las razones de mi proceder. Pero antes tratar de entender las posiciones un de los distintos tipos de comentaristas:

Voy a poner en un primer grupo a los “pragmáticos”. Casi siempre sus comentarios son del tipo “sí, Mockus es una buena persona, pero el país no está preparado para él”. Consideran que el idealismo lo descalifica para manejar el país porque asumen que defender tantas causas positivas es más bien una ilusión inalcanzable. Muchos argumentos del tipo “¿y usted si piensa que un tipo así de decente puede con este país de cafres y hampones? No, hombre, sea realista, esto no se arregla con girasoles. Imagínese a Mockus con este congreso, pobrecito”. A ellos les pido un poco de fe.

Hay un segundo grupo, de Mockusistas furibundos, que argumentan que esto no puede seguir así, que hay que cambiar inmediatamente, que el país va para el abismo de los corruptos, paramilitares, asesinos  y narcotraficantes. Este particular grupo descalifica los últimos ocho años de gestión de Uribe y apoya a Mockus, porque lo ve como la única salvación de una Colombia perdida éticamente. A ellos les pido más tolerancia y comprensión. No olviden la historia de Colombia.

El tercer grupo que me encuentro es el de los Furibistas. Es un grupo tan irracional como el anterior, que descalifica cualquier posición que no implique abnegada admiración a Uribe. Para ellos, quienes critican o debaten las actuaciones de Uribe son apátridas, terroristas, o peor, Chavistas! Los Furibistas dudan inclusive un poco de Santos, pero como no hay tercer mandato se resignan a la opción. A los furibistas les pido que piensen en la inclusión y la pluralidad, que Colombia es de todos.

También me encuentro personas con dudas, a quienes les gusta Mockus pero desconfían de su estilo poco ortodoxo y de sus extravagancias. Consideran que Mockus puede ser un buen gobernante y no saben qué hacer. A ellos les pido decisión, Colombia la necesita.


Yo me tomé la molestia de estudiar los programas de Santos y de Mockus, de analizar la trayectoria de cada uno, y decidí apoyar a Mockus. Considero que el país debe mirar hacia delante y que los colombianos tenemos la responsabilidad, y en esta oportunidad el beneficio, de escoger entre dos buenos candidatos con opciones de llegar a la presidencia,  y cuya elección, cualquiera que sea, es positiva para Colombia. Ambas propuestas son atractivas y sólidas.

Difieren un poco en temas fiscales, donde Mockus me genera más confianza por su ortodoxia académica y su propuesta de buscar un superávit fiscal. Durante la alcaldía de Bogotá demostró un excelente manejo fiscal. Veo a Santos también sólido, e igualmente ortodoxo, pero más dispuesto a usar el gasto público para aplacar las demandas de quienes lo apoyan. Santos mantendría beneficios de impuestos para algunos sectores que no los necesitan, en momentos que tenemos un déficit fiscal grande y en detrimento de sectores generadores de empleo. Por otra parte, Santos hizo un buen trabajo como ministro de Hacienda.

En términos de seguridad, no hay mayores diferencias programáticas, aunque la campaña de Santos tome distancia de Mockus apoyándose en la buena gestión del gobierno de Uribe. Santos fue el ministro estrella de Uribe en el tema de seguridad, aunque con algunos desaciertos en sus actuaciones: los falsos positivos, la corrupción en las fuerzas armadas, el espionaje desde las instituciones de seguridad a personajes públicos y de la rama judicial. La Operación Jaque de liberación de secuestrados fue muy positiva y nos llenó de orgullo y tranquilidad a los Colombianos. El ataque al campamento de Raúl Reyes,  es una operación que tenía que hacerse. No debe ser, como declaró Santos, motivo de orgullo, sino una tarea penosa que había que hacer y que no debe repetirse.

La seguridad democrática es el legado de mayor importancia del presidente Uribe. La seguridad democrática tiene que seguir siendo una política de estado. Pero que no quede duda de que no es sostenible sin seguridad legal. Nuestras instituciones son la base para que los colombianos podamos mirar al futuro. Sin seguridad legal, de la seguridad democrática no quedarán sino atropellos y patente de corso para nuevos grupos ilegales. Mockus es abanderado de la legalidad, mientras percibo a Santos más cercano al atajo y a justificar los medios para lograr el fin.

En cuanto a las relaciones con Chávez, ambos son conciliadores. Pero la realidad es que Chávez será una amenaza para cualquier gobierno de Colombia; Chávez solo acepta ser aliado de quien lo apoye sin discusiones, y no veo a Santos ni a Mockus haciéndolo. Además, Chávez siempre querrá hacer de Colombia su enemigo, sin considerar al gobernante de turno. Eso no lo cambiaran Santos ni Mockus.

En educación y salud tienen coincidencias, aunque Mockus tiene experiencia en educación. En la salud me genera más confianza Mockus, porque siendo un tema fiscal, creo que será más cuidadoso en el uso de los recursos. Santos, por otra parte, tiene mejores probabilidades de pasar rápidamente por el congreso una reforma a la salud. En las relaciones laborales también veo a Mockus más sólido respecto a los impuestos parafiscales, y a Santos más populista.

El manejo político es donde hay mayores diferencias y donde se crea más polémica.  Mockus tendrá un congreso enemigo de su mandato. Pero francamente el congreso actual es enemigo de todos los colombianos. No solo de Mockus.

Es por el manejo político que me inclino por Mockus; su declaración de principios no deja lugar a duda (las tomo del website del Partido Verde):

1.    Rechazo a cualquier tipo de violencia y a cualquier complicidad con grupos al margen de la ley y con funcionarios o ciudadanos corruptos

2.    Respeto a la vida

3.    Manejo transparente y eficiente de los recursos públicos como recursos sagrados

4.    Incorporación, en las decisiones públicas y privadas, de la previsión y manejo de las   consecuencias ambientales

5.    Primacía del interés general sobre el interés particular

6.    Respeto y defensa de la Constitución Política

7.    Reconocimiento y valoración de las diferencias y la pluralidad

8.    Coherencia entre fines y métodos, no al “todo vale”

9.    Construir sobre lo construido

Mockus tendrá dificultades en sus relaciones con la clase política tradicional, que puede tratar de impedir la ejecución de su plan de gobierno. Pero, ¿quien de nosotros puede argumentar que no adhiere a cualquiera de estos principios? ¿Qué argumentos puede realmente usar para desecharlos? ¿Quien, distinto de los corruptos, los terroristas y los delincuentes puede decir con honestidad que esta lista de principios está equivocada?

Si los colombianos le damos a Mockus un mandato de acción, empezaremos a cambiar las costumbres políticas. ¿Lo lograremos? Es posible. Si los colombianos seguimos cohonestando las actuales costumbres políticas, podemos estar seguros que nunca tendremos el gran país que queremos.

A todos los seguidores y contradictores de Mockus y de Santos, mencionados al principio, les pido solamente que voten por el futuro, no por miedo, ignorancia o intolerancia. Necesitamos un mejor país.

Cristina Vélez replica
Sobre esta campaña tengo varios comentarios:

   1. No hay nada más peligroso para la democracia que el fanatismo. Venga de dónde venga. Me da angustia que los mockusianos a ultranza se descalabren o porque no gane Mockus o porque gane y la embarre, porque como todos los presidentes en algún momento va a hacerlo. También me da angustia los furibistas convertidos en santistas que no pueden explicar por qué van a votar por Santos sin decir Uribe o Chávez. Hay que votar con información y evitar los impulsos del corazón.
   2. El otro día me dijeron que no debería votar por Mockus porque es neoliberal. Mi respuesta fue: voy a votar por Mockus precisamente porque es neoliberal. Como bien lo mencionas, los supuestos económicos de los dos son muy parecidos con la diferencia de que a Santos poco le importará implementar algo que sabe que no es lo mejor si le cuesta políticamente. Uribe ya lo hizo. Dejó de tomar decisiones poco populares pero con lógica económica que nos dejan grandes adefesios como un sistema de salud a punto de quebrarse.
   3. El tema de Chávez es la gran cortina de humo de estas elecciones (más que las confesiones sobre si fumaron mariguana o no o que la llegada de J.J. Rendón). Sin embargo, mi reflexión al respecto es que nada que le sirva más a Chávez que tener a su archienemigo (Santos) de vecino. La autodefinición por oposición ha sido la principal herramienta del venezolano y cómo se va a divertir en Aló Presidente hablando de Santos.
   4. Ese cuento de que los que votan por Mockus son jóvenes e ingenuos me tiene verde. Aún más verde.  Habrá muchos jóvenes e ingenuos que apoyan a Mockus, como los hay en la campaña de Santos. Sin embargo, me parece una visión miope y simplista. Basta no más con mirar las cuentas de Twitter de Santos y Mockus y comparar seguidores. No sólo número sino calidad.




Margarita Valencia replica

Sobre la creciente agresividad: obedece en parte a la proximidad de las elecciones, y en parte a las dificultades de una sociedad tan golpeada y tan escindida para resolver sus diferencias sin recurrir a la violencia. La práctica política en el país nos ha enseñado que las opiniones de otros a veces ponen en peligro nuestras vidas, así que es difícil abordarlas con ecuanimidad. Parte de la tarea pendiente es el difícil aprendizaje del ejercicio de la democracia.

Sobre la postura de los pragmáticos: no es fe lo que necesitan sino el valor de admitir que algunos cambios son necesarios—y es indispensable tomar medidas no necesariamente gratas para lograrlos—, y que otros cambios no son necesarios, y hay que resistir el impulso de empezar siempre de cero.

Habría que añadir que no deja de ser interesante que "idealista" sea un adjetivo que descalifique a los políticos: uno pensaría que un ideal (cualquier tipo de ideal) es una condición imprescindible para el ejercicio de la política.

El idealismo y el entusiasmo no son categorías opuestas a la información (Cristina): de hecho, se complementan. Hay que votar porque se tiene un ideal de país, y se sabe que uno u otro de los candidatos tiene posibilidades de encaminar el país en esa dirección. Tampoco son categorías opuestas en el caso de los políticos, que son los que verdaderamente adolecen de falta de información: hay que estar informado, y hay que exigir una gran dosis de información.

Y eso nos lleva a la discusión sobre la necesidad de una cierta dosis de pragmatismo en política, indispensable para poner en práctica las ideas. La política, al fin y al cabo, es un ejercicio de razonamientos, concesiones, acuerdos... Las ideas inconmovibles (que los intelectuales y los artistas pueden y deben defender) no son convenientes para los políticos y suelen ser germen de guerras.

Pero la carrera política de Mockus demuestra que es perfectamente capaz de conjugar sus principios con la necesidad de avanzar, y además que tiene un envidiable sentido de lo práctico (los mimos, por ejemplo). En el caso de Santos, el tema de los falsos positivos demuestra muy poco sentido práctico.

Sobre la corrupción: la elección de Mockus no va a hacer desaparecer la corrupción mágicamente. El problema de la corrupción debe ser asumido como un problema ciudadano, no como un issue político. No como un problema de otros sino como un problema personal.

Sobre el bombardeo al Ecuador: no creo que tuviera que hacerse de esa manera: la vía diplomática hubiera funcionado mejor.

Sobre Chávez: como bien señala usted, a Chávez no podemos cambiarlo. Pero si hubiéramos podido evitar la política de confrontación asumida por el gobierno colombiano. Chávez es un buscapleitos y Uribe también. Se necesita una política exterior más zen si se quiere, más resistencia pasiva y menos pecho sacado. Una política exterior que piense qué es lo mejor para Colombia (un comercio dinámico y fuerte con sus vecinos) y no qué es lo mejor para nuestra imagen (ese embeleco del facilismo político que no quiere decir nada).

Sobre su afirmación: "El congreso actual es enemigo de todos los colombianos". Algunos congresistas ciertamente son censurables, o francamente delincuentes: hemos avanzado en el camino de desenmascararlos, aunque también hemos avanzado en el camino de la desvergüenza. Pero el Congreso actual es un engranaje indispensable para el manejo de la política, y en él hay políticos evidentemente dispuestos a enfrentar un cambio en las reglas políticas, y capaces de lograrlo.

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