lunes, 31 de mayo de 2010

El juego largo

La votación para el Senado en marzo de este año indicó un respaldo franco de los electores a las opciones más tradicionales y de derecha, representadas por el partido de la U, el Partido Liberal, el Partido Conservador, Cambio Radical y el PIN, que lograron casi el 80 % de los votos. En la primera vuelta presidencial, casi el 70 % de los votos se repartieron entre los mismos movimientos, aunque con ligeras variaciones.
La más interesante, sin duda, es la desaparición de los dos partidos tradicionales, el liberal y el conservador, de la lucha por la presidencia: el 36% de la votación en la votación por el Senado se redujo al 10% en las elecciones presidenciales, lo cual significa que no estarán en la mesa de discusiones en las semanas previas a la segunda vuelta. Significa también que el partido de la U es en realidad el usufructuario del Frente Nacional, y de la incapacidad de los partidos tradicionales de convertirse en partidos modernos capaces de un ejercicio democrático de la oposición.

La efervescencia mockusiana fue el resultado del hartazgo de una porción considerable del electorado independiente con la continuidad uribista, que adquirió visos francamente peligrosos con el tercer envite (la primera reelección curiosamente no despertó a los demócratas dormidos). En ese sentido, no resultan sorprendentes los resultados.
Pero también se podría decir que el voto de ayer fue un voto que favorece francamente el discurso guerrerista de Santos (de puertas para adentro y de puertas para afuera) en oposición al discurso civilista de Mockus, y eso obliga a quienes se alinearon con este último a reponerse rápidamente y empezar a pensar en un juego político de largo plazo y no solo en la victoria o la derrota inmediatas.

La experiencia reciente del Polo indica que seguimos crudos en el afianzamiento de un discurso creativo de oposición, y en la estructuración de acciones destinadas a fiscalizar y controlar a quienes están en el gobierno. El 7,5% de la votación por el Polo Democrático Alternativo en las elecciones parlamentarias fue un voto de castigo por su pobre desempeño en la alcaldía y por su incapacidad para consolidarse como un partido maduro y no como una colección de personalidades de izquierda. Los votos que Petro sacó en la elección presidencial son votos por Petro, que premian su labor en el Senado en los últimos años y su desempeño en los debates; lo confirma la votación por Vargas Lleras, que también sobresalió en los debates.

No veo clara una alianza entre el Polo y el Partido Verde, que tienen divergencias serias en casi todos los frentes de trabajo. Pero sí sería conveniente discutir una plataforma común de acción para los próximos cuatro años, que empiece a despejar los males que aquejan el ejercicio político en Colombia hoy: la polarización, el unanimismo, la impunidad, la inequidad. En palabras de Claudia López, "La agenda de cambio no puede naufragar".
Es el momento de demostrar que ni el Polo ni el Partido Verde son movimientos espurios y oportunistas, y que sus seguidores están en capacidad de hacer una trabajo de largo plazo en favor de la democracia colombiana.

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