martes, 8 de junio de 2010

Lo real

El domingo 6 de junio se publicó en El Tiempo una larga entrevista de Yamid Amat con Gabriel Silva, ministro de Defensa colombiano. El momento no podía ser más adecuado: a pesar de todos los esfuerzos del gobierno, habrá un relevo en agosto (quizás no un cambio radical, pero inevitablemente sí un relevo) y todos los funcionarios (incluso aquellos que sueñan con permanecer en sus cargos, como el ministro de Defensa) están en proceso de hacer un inventario. El del ministro de Defensa resulta ambiguo y alarmante.

Ambiguo, porque el ministro no deja claro si los logros del presidente y del gobierno son logros del país. Y alarmante, porque parecería, a juzgar por las palabras del ministro, que estamos aun más asediados que hace ocho años.

En un momento dado, el ministro de Defensa responde a la pregunta sobre las causas de los falsos positivos con una afirmación contundente: "Lo que es real es que gracias al esfuerzo del presidente, los colombianos se han liberado del narcoterrorismo y del narcoparamilitarismo". Lo que es real, lo que existe, lo que es incontestable, lo que está efectivamente ahí es la desaparición del  narcoterrorismo y el narcoparamilitarismo [1]. Es un parte de victoria sin matices, que exige de los lectores un agradecimiento sin peros (peros que el ministro adivina en la alusión a los falsos positivos, que no es un tema sobre el cual él quiera detenerse: lo real son los logros del presidente, no estos muertos).
Esos mismos lectores deben saber que "Le hemos parado el macho al presidente Chávez"—el ministro usa aquí una expresión muy rural, muy de ese medio con el cual el presidente ha querido que lo asociemos—, y que "los deseos expansionistas e intervencionistas de Chávez han sido disuadidos". Otro parte de victoria.

Sin embargo, lo real parece tener otras manifestaciones menos definidas: por una parte, el ministro admite que no se le ha infligido una "derrota final a las FARC", que "la serpiente está arrinconada y débil pero viva" (otra imagen deliciosamente rural con marcados visos religiosos). Por la otra, advierte, "hay riesgos externos" que amenazan "la soberanía nacional".

Los resultados, pues, no son definitivos. El país (que en el discurso del ministro de Defensa recibe tratamiento de espectador pasivo, no de protagonista) debe prepararse, pero si sigue la seguridad democrática, en el inmediato futuro la soberanía no correrá peligro y se dará "el golpe final a la culebra herida" (hacerlo es el sueño del ministro).

Aunque hay una amenaza peor: ellos, los que "no nos pueden derrotar el campo de batalla pero nos quieren derrotar en los estrados judiciales" (donde, se sabe bien, un buen soldado está inerme ante las triquiñuelas asquerosas de los tinterillos); ellos, los que conspiran contra las Fuerzas Militares y las atacan; ellos, los que liberan a los sicarios, criminales y asesinos que las Fuerzas Armadas capturan.

Ellos son "los amigos del terrorismo y enemigos políticos del gobierno"—el ministro los identifica al fin con cierta renuencia, pero no nos dice qué hacer contra esta amenaza, ni cómo prepararnos para afrontarla. 

Así que nos esperan tiempos difíciles, aunque los colombianos "que no sean amigos del terrorismo y enemigos políticos del gobierno" elijan como su nuevo presidente a Juan Manuel Santos. Ya el ministro de Defensa aclaró que el asunto de los falsos positivos no es "lo real". Podemos deducir que fue más bien una falsa alarma, y que su descubrimiento no significa que el médico deba enmendar el tratamiento prescrito. Casi como si los equivocados fuesen los muertos. Y podríamos deducir también que están equivocados quienes claman que es más interesante un comercio enriquecedor entre los países que "pararle el macho a Chávez". Sobre la amenaza que representan "ellos", ya veremos: el presidente y sus ministros están haciendo grandes esfuerzos para neutralizar e inhabilitar las decisiones del poder judicial. A lo mejor el próximo presidente da un paso más adelante y lo cancela definitivamente. ¿Quién lo necesita, si logramos que la seguridad democrática no se detenga?

[1] Según el mismo periódico [El Tiempo, junio 8, 1-2], hay cultivos de coca en más del sesenta por ciento del territorio nacional. Pero el ministro de Defensa no parece ver ninguna relación entre este dato y el narcoterrorismo.

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